¿De acuerdo a qué?

¿De acuerdo a qué?, título de la presente publicación, propone una pregunta poco habitual. Es una frase con una estructura sintáctica que no parece correcta (la lengua culta dictaminaría que hay que decir “de acuerdo con” y no “de acuerdo a”). Posiblemente, María Isabel Arango haya pensado este título en inglés y luego lo haya escrito en español, pues ella adoptó el inglés como su lengua principal cuando vivió por más de 12 años fuera de Colombia. Si así fuese, el título sería la evidencia de que la artista le ha hecho un esguince al español, su lengua “materna”; aquella que, supuestamente, debería hablar naturalmente bien.

Jacques Derrida decía en su texto El Monolingüismo del otro (1996) que todo hablante es huésped de alguna lengua, incluso de aquella considerada “materna”, pues es una ley que precede al nacimiento. La noción de lo materno en la lengua supone que existe en ella una facultad primigenia o natural transmitida por la vía sanguínea. Sin embargo, Derrida nos recuerda que la lengua “materna” fue una fabricación central en la idea de Estado-Nación como un espacio homogéneo a finales del siglo XVIII, así como de sus políticas monolingües.

¿De acuerdo a qué? es una pregunta que insinúa una dislocación de la lengua “materna” (recuerda la expresión inglesa according to what) y un acercamiento oblicuo a la lengua y el signo. Valga aclarar que este libro es una deriva editorial de un vasto proyecto artístico que Arango ha llevado a cabo durante el transcurso de cuatro años, y que partió de la recopilación de más de 1.500 imágenes fotográficas relacionadas con las noticias de los diálogos de paz entre el gobierno nacional y la ex guerrilla FARC-EP en La Habana. Después de acumular este tipo de imágenes, ella aisló los gestos de las manos de los personajes de las fotografías, y con ellos armó una taxonomía de sus intenciones comunicativas. Poco a poco, fue contaminando ese archivo con fotografías de otra índole que sugerían un aire de familia entre los gestos de los políticos y la cultura visual occidental del pasado.

La artista asume cada gesto como una unidad que tiene una función sígnica en el discurso corporal. Para la realización de esta publicación, envió a distintas personas una imagen de su colección de fotografías, con una invitación a imaginar o “descifrar” qué decían los gestos de las manos. Este método es una suerte de auto-atentado al orden del archivo, pues, después de que la artista ha hecho una taxonomía meticulosa y neurótica para articular un compendio de la gramática del poder, lo disemina a otros para su resignificación. Dicho de otro modo, suspende intencionalmente cualquier posibilidad de narración unívoca sobre el mismo. Cuando las imágenes vuelven a sus manos acompañados de los textos, algunos de ellos editados por ella, se hace más evidente la fabricación arbitraria del orden de su archivo.

La deriva editorial está ligada a otra operación paralela que también se ha presentado en el marco de la exposición Esta lengua que no es mía: un conjunto de dibujos realizados entre 2014 y 2019, a partir de algunas imágenes de la misma colección de fotografías. Para dichos dibujos, Arango asoció cada fotografía de gesto con algún dibujo de un signo o algún trozo de papel. En algunos casos, los signos representan una abstracción de los movimientos de los gestos de las manos; en otros, son papeles extraídos de publicaciones como la Constitución política de Colombia o de textos dedicados al análisis de la oratoria. A veces hay cierto parentesco entre imagen fotográfica y signo, en otras ocasiones no. Así entonces, aunque el despliegue espacial del conjunto de dibujos sugiere una matriz ordenada, cada dibujo es un múltiple y a la vez un singular que potencia un desorden semántico.

Si la pedagogía del monolingüismo, recordando a Derrida, se articula a través de distintos dispositivos de mímesis y repetición –como sucede con la transmisión de gestos y saludos a través de distintas instituciones sociales – María Isabel Arango, desde esas mismas operaciones, examina el poder de la lengua y de los signos.

Nadia Moreno Moya, Noviembre, 2019